Fuente: Reforma Adriana Alatorre
Refrescos y jugos industrializados, entre los preferidos. Del total de líquidos que consumen sólo 28 por ciento es agua simple.
En 13 años, el consumo de bebidas azucaradas se duplicó entre menores en edad escolar.
El informe “El Agua en la Nutrición”, coordinado por el Departamento de Investigación en Epidemiología del Instituto Nacional de Pediatría, revela que en 1999 los preescolares consumían al día 161 kilocalorías, sólo en bebidas dulces.
Para 2012, la cifra aumentó a 310 kilocalorías, destaca el reporte basado en datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición.
Lo mismo ocurrió con los escolares, cuyo consumo pasó de 185 a 323 kilocalorías por bebidas azucaradas. 
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la ingesta máxima recomendable es de 200 kilocalorías.
El reporte señala que en México 20.7 por ciento de la energía que consumen los escolares proviene de bebidas, mil 254 mililitros per cápita.
Sólo 28 por ciento del consumo total de líquidos en niños corresponde a agua, o a infusiones sin cafeína ni azúcar.
El 44 por ciento proviene de bebidas azucaradas con y sin gas, aguas de sabor, bebidas sabor a fruta y néctares, todas ellas de alto valor energético.
Según el estudio, los niños de entre 9 a 10 años consumen bebidas azucaradas principalmente en el almuerzo y la cena. Además, sólo beben agua después de clases de educación física o de salir del parque.
El desayuno incluye leche simple, con sabor, o jugos naturales o industrializados.
Durante el recreo consumen bebidas industrializadas con pulpa de fruta, refrescos, agua simple o saborizada.
En clases de educación física toman agua o bebidas deportivas. En el almuerzo, jugo industrializado, agua saborizada o refrescos; en la cena, refrescos, agua saborizada o leche; al acostarse, agua, y en fiestas, agua saborizada o refrescos.
Simón Barquera, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública, quien participó en la investigación, sostuvo en entrevista que proporcionar a niños bebidas azucaradas condiciona sus preferencias.
“La exposición crónica a los alimentos y bebidas dulces puede influir en las preferencias y consumo de bebidas dulces a largo plazo”, alertó.
Refirió que una intervención escolar en Alemania, en la que se educó a los niños sobre el valor del agua y se les proporcionaron filtros especiales en los bebederos, aumentó significativamente el consumo del líquido en 1.1 vasos diarios, y redujo el riesgo de sobrepeso en 31 por ciento.
Barquera indicó que, aunque la bebida que más se menciona en el consumo es la leche, se recomienda cambiar de leche entera a leche reducida en grasa.
